Chicles

Se paró justo antes de atravesar el umbral. Le sudaban las manos. Mascó el chicle con fuerza, luego cerró los ojos y habló para sí misma.

­—Tranquila, eres profesora de lengua y eres la autoridad aquí. Has estudiado esto durante años… Recuerda lo que te dijo Marta y no pasará nada.

Marta no cesaba de recordarle lo importante que era utilizar un vocabulario igualitario en su lucha por la igualdad. Siempre le corregía, sin importarle que ella fuese licenciada en filología.

Una voz tras ella la devolvió a la realidad.

—¿Vas a pasar?

Era un alumno.

—Eh, sí. Llegas tarde.

Un tanto incómodo, el joven abrió la puerta y entró. Helena se cruzó con varias miradas de alumnos que charlaban entre ellos. Ya no podía esperar más.

—Vale, vale. Recuerda lo que dijo Marta. Si son más hombres digo “hola chicos” y si son más mujeres digo “hola chicas”.

Reunió un poco de valor y entró en el aula. Fue directamente a la mesa a dejar sus cosas, y notó que era observada por un montón de ojos mientras tiraba el chicle a la papelera. Luego se movió hasta el centro de la pizarra y miró a los jóvenes. El ruido general se apagó rápidamente, a la espera de las primeras palabras de la nueva profesora. Ella miró a la multitud, intentando discernir en medio segundo el porcentaje de hombres y mujeres entre el alumnado. Pero había más de cien personas.

—Hola, eh…

No sabía qué decir.

—…eh…

La multitud estaba a punto de convertirse en una horda.

—…eh…

¿Chicos? ¿Chicas? Tenía que decir algo ya. Notó cómo le sudaban las manos. Puso la mente en blanco.

—Hola chicles.

Un comentario en “Chicles

Deja un comentario